Cuidando Nuestra Salud Mental y Emocional Durante el Invierno y Las Fiestas de Fin De Año11/30/2022 Con el clima frío, no solo los días oscurecen más temprano debido al adelanto de la hora tomando posibilidades de hacer actividades durante el día, sino que también algunas personas padecen de lo que se llama, Trastorno Afectivo Estacional, que es un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. Los síntomas generalmente comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno perceptibles por una baja en el nivel del energía y estados depresivos, fatiga, exceso de sueño, cambios de apetito, especialmente un antojo por consumir alimentos ricos en hidratos de carbono, aumento de peso, falta de energía, desesperanza, y retraimiento social. En conjunción con ello, para muchas personas, las Fiestas de Fin de Año, en lugar de ser una temporada para estar alegre y de buen ánimo, se sienten deprimidas ya sea por estar lejos de sus familiares, por no contar con aquellos que han partido, por conflictos familiares, interrupciones en la rutina, tareas pendientes adicionales e irrazonables expectativas familiares, lo que llevan a un estado de estrés y al agotamiento, que empeoran aún mas los síntomas del Trastorno Afectivo Estacional. Afortunadamente, hay elementos que se pueden incorporar para que la temporada de las Fiestas sean de alguna manera gratificantes y así también, pueden atenuar los síntomas del Trastorno Afectivo Estacional. De acuerdo con la Clínica Mayo, los síntomas del Trastorno Afectivo Estacional pueden moderarse si se toman medidas con anticipación para controlar los síntomas. Los tratamientos de primera línea son, exponerse a la luz del sol unos diez minutos diarios, la fototerapia (terapia con luz), la psicoterapia, vitamina D, y en casos más severos, medicamentos antidepresivos. Incluyendo otros métodos naturales, se ha demostrado que el ejercicio aeróbico ayuda a disminuir los síntomas del trastorno del estado de ánimo y para ello, elegir hacer ejercicio al aire libre a la luz del día provee los máximos beneficios, así como también, crear situaciones para socializar y reunirse con personas, más allá de que la tendencia sea al encierro. En referencia a la depresión o stress relacionados a las Fiestas de Fin de Año, es recomendable hablar con terapeuta antes de la temporada, para ir mental y emocionalmente preparándose para su llegada. Para quienes tienen los familiares lejos y no pueden estar juntos para las fiestas, durante la pandemia nos hemos hechos ávidos del uso de la tecnología para hacer videollamadas y celebrar a distancia. Claro, no es lo mismo, pero en cierta medida, nos da un poco de sensación de proximidad, y si ayuda, debemos considerar que no estamos solos en dichas circunstancias. Hay muchas personas que por diversas razones, no pueden estar juntos durante las fiestas. También es recomendable hacer planes para reunir a amigos cercanos, crear comunidad durante estas épocas del año y evitar sentirse solo. Otra alternativa, para quienes no tienen familia o desear compartir las fiestas en familia parcialmente. Considerables personas optan por tomar vacaciones en parte o todas las fiestas, visitando lugares que han ido planeándolo durante el año. Para quienes tienen conflictos de familia, sin embargo, todavía desean reunirse, es importante establecer límites claros hasta donde podemos compartir para que esto no se transforme en una obligación. También podemos evitar tocar temas conflictivos, así se minimizarán los conflictos y los desencadenantes emocionales. Asimismo, podemos trabajar mentalmente para concientizarnos que podemos optar enojarnos con alguien por algún comentario o no. Nosotros tenemos la autoridad de cómo respondemos ante una circunstancia. Otro elemento muy valioso es mantener el cuidado personal. Es decir, si haces ejercicio, yoga o meditación, por ejemplo, que puedas mantener estas rutinas es importante para tu salud mental y emocional y para poder disfrutar de las Fiestas de Fin de Año. Dr. Graciela Aires Rust, PhD HOLISTIC GROWTH INTEGRATIVE COUNSELING
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En líneas simples y generales, la palabra cultura se refiere a ciertos valores, historia, conocimiento, aptitudes, experiencias, y estilo de vida de grupos que comparten igual etnicidad, género, orientación sexual, religión, situación económica y capacidad física y mental, región geográfica en la que se vive, entre otros. Como vemos, la definición es amplia. Todos pertenecemos a cierto tipo de cultura e incluso a múltiples pues en una vasta extensión, la cultura a la que pertenecemos contribuye a nuestra identificación. Por ejemplo si hemos nacido en un hogar con ciertas creencias religiosas, es probable que los valores aprendidos definan en cierta manera las decisiones que tomamos y como dicha persona se maneja en sociedad. Las culturas generalmente no son estáticas sino que cambian con el transcurso del tiempo. Por ejemplo una persona que nació en un hogar muy humilde con escasos recursos que luego con su trabajo y educación logró superarse y convertirse en una persona de clase media, ha cambiado de cultura basado en su nuevo estado económico. Otro ejemplo más tangible para nuestra sociedad es el de una persona que emigra a otro país y con el pasar de los años comienza a incorporar ciertos valores pertenecientes al nuevo lugar de donde vive.
Frecuentemente la carencia de falta de entendimiento y educación acerca de otras culturas conduce inevitablemente al conflicto y al empobrecimiento de nuestra vida comunitaria. Por lo tanto expandir nuestro conocimiento y entendimiento multicultural es esencial para poder convivir mejor con nuestros vecinos, proporcionar y recibir mejores bienes y servicios, adquirir y proveer mejor educación, en general, para mejorar nuestra calidad de vida. Educación, sensibilidad, competencia y conocimiento multicultural, o transcultural no implica abandonar nuestros propios valores culturales, sino que significa adquirir las herramientas necesarias para poder interactuar en un mundo multicultural más efectivamente. Hay numerosas barreras que atentan en contra del entendimiento multicultural pero no todas ellas se aplica a cada tipo de culturas. Una de ellas es la supremacía cultural, que consiste en considerar que la cultura a la que pertenecemos mantiene la verdad y es mejor que las otras culturas. Pertenecer a determinada cultura puede ser lo mejor para nosotros, pero eso no implica que es esa misma cultura sea necesariamente la mejor para todos. Desafortunadamente, la supremacía cultural acarrea consecuencias de negar la oportunidad de respetar y valorar otras culturas. Cabe aclarar nuevamente que respetar otras culturas no implica dejar de lado nuestros valores, principios, costumbres, mas indica educarse y entender a otras culturas sin censurarlas. Incrementar la tolerancia y respecto a otra cultura es un paso necesario en vías de lograr un mejor entendimiento multicultural. De acuerdo a las estadísticas del Workplace Bullying Institute (WBI), 65.6 millones de trabajadores reportaron haber sido abusados o presenciado abusos en el trabajo. Los maltratos en los lugares de trabajo constituyen conductas abusivas. Estas pueden caracterizarse por expresiones no verbales, abuso verbal, amenazas, intimidación, humillación, sabotaje, o tácticas de exclusión por parte de los jefes, supervisores, gerentes o directores con el fin de dañar intencionadamente a un empleado o contratista. Estas conductas también pueden darse entre pares, o subordinados, pero la mayoría de los casos ocurren entre personas de mayor rango a una de menor rango.
El Instituto de Acoso en el Lugar de Trabajo (WBI) es la primera y única organización EE.UU. dedicado a la erradicación del acoso laboral. De acuerdo con estadísticas del 2014, 37 millones de trabajadores estadounidenses reportaron haber sido sometidos conductas abusivas en el trabajo y 65.6 millones se vieron afectados por estos hechos, ya sea por haber sido abusados o por presenciar abusos. Las estadísticas indican que el 69% de los abusadores son hombres y el 60% de los acosados son mujeres. La población hispana es la que encabeza la lista de empleados o contratistas abusados o intimidados en el trabajo respecto de los afro-americanos, blancos y asiáticos. Se estima que menos del 5 % de los abusos experimentados en los lugares de trabajo son reportados a las autoridades. Esta baja tasa en los reportes responde principalmente al miedo a represalias, a ser despedidos, a no contar con referencias personales en otros trabajos y por considerar que no obtendrán el apoyo necesario por estar en una situación desventajosa con respecto a los gerentes o directivos, entonces los abusos permanecen en silencio, y las conductas abusivas se perpetúan. A medida que avanza el rango en que los perpetradores se desempeñan, se incrementan las oportunidades de las conductas abusivas dado que las probabilidades de que las víctimas sean capaces de enfrentar a sus superiores se reducen. La analogía más cercana al acoso laboral es la violencia doméstica y por tanto, individuos que padecen de conductas abusivas en el trabajo reportan lesiones emocionales, estrés, y ansiedad. También las personas que observan estas conductas sobre compañeros de trabajo, experimentan el mismo impacto, reportan las estadísticas. Asimismo, las personas que padecen de conductas abusivas son a menudos excluidos y aislados por sus compañeros, debido al temor que les genera asociarse o ser vistos con los que son no apreciados por sus jefes, especulando que también van a caer en la misma suerte. Esto intensifica aún más las lesiones emocionales que las intimidaciones generan. Las conductas abusivas de acoso, intimidación, o amenazas en los lugares de trabajo son hechos de alarmante prevalencia. Estas conductas causan estragos en el personal, en la organización, y lejos de mejorar, las tasas de crecimiento van aumentando debido a la reducida cantidad de reportes, la falta de garantías que protejan a los empleados o contratistas, y debido a la inacción de las autoridades para subsanar y erradicar las conductas abusivas. |
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